miércoles, 11 de junio de 2008

Las Malas Lenguas


Cada día la sociedad convive con un ejército de malas lenguas que pululan por las calles. Sobrevuelan entre personas con afán de encontrar sus víctimas.

Entonces sí. Atacan…

Movimientos ascendentes y descendentes. Circulares céntricos y concéntricos. En diagonal y entre zigzag indescriptibles.

Avanzan con desparpajo y malicia. Con un único propósito motivado por cierto deseo de proclamar extraña justicia.

Filosas y decididas se lanzan en búsqueda de aplausos enfermizos que devuelve un mercado crítico.

Personas generalmente que han logrado trascendencia son las víctimas predilectas. Las malas lenguas descargan sobre ellas toda la furia patológica de cierta subjetividad enfermiza.

Suelen carecer de argumentos pero derrochan convicción en sus propósitos. Que las dota de valentía y persistencia.

Son insaciables, venenosas, incurables.

Traicioneras.

Dispuestas a desahogarse golpean con saña. Mientras ejercen su función, estoicas.

Y se vanaglorian de su vulgar fortaleza.



*Este escrito se inspiró en las críticas implacables que suelen hacer muchas personas con liviandad a numerosas personalidades de la Argentina.

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