domingo, 31 de enero de 2010

Piedrita de Domingo



Tres vueltas corriendo y después una breve caminata. Agarré una ramita bastante larga y de pronto encontré una piedrita. Aquí empieza la historia.

Llevaba la rama en la mano derecha. Una perra me acompañaba por detrás. Y mi vista clavada en la piedrita.

Uno, dos, tres pasos.

Pum, con la derecha.

Cuatro, cinco…

Pum, con la derecha.

La vista en la piedrita y yo con la derecha. Rítmicamente, al unísono.

Pum, con la derecha.

De pronto pensé que podría darle con la izquierda. Que la perrita me acompañaría igual y que sólo sería cuestión de preservar el ritmo con la vista clavada en la piedra.

Antes de pensar más, sonreí.

Pum, con la izquierda.

Y así fui, nuevamente rítmicamente.

Pum, con la izquierda.

Paso, paso, paso.

Izquierda.

Paso, paso, paso.

Izquierda.

Recorrí el parque unos doscientos o trecientos metros. Hasta que se me ocurrió poner fin a este cuento.

No sin antes hacer unos metros de intercalado. Tenía que darle una con izquierda y una con derecha.

Eso también fue rítmico, y estuvo bien logrado.

Caminé pausado unos cuantos metros más…

Hasta que me frené de golpe y agarré la piedra. La perra se detuvo y me observó alerta. Así que medí la distancia hasta una columna verde. Y pensé que darle desde lejos liberaría tensiones.

Tomé aire, apunté…

Pero pasó a un metro.
.




Leer Más...

El Papel del Abuelo


Era muy chiquito cuando acompañaba al abuelo a trabajar al criadero de pollos. El emprendimiento lo había iniciado mi padre y era el abuelo quien lo llevaba adelante. Así que juntaba los huevos, los repartía a comercios, les daba de comer a las gallinas y cada día recibía a unos pocos clientes.

Yo lo acompañaba cada mañana, cuando tenía cuatro o cinco años. Así que íbamos de un galpón al otro juntando los huevos o alimentando a las gallinas.

Durante la mañana siempre llegaba algún cliente. Muchas veces señoras mayores venían a comprar pollos. Aunque tal vez, nunca lo supe, íntimamente también impulsaban sus pasos la motivación de ver al abuelo.

Eso no lo pensaba por aquel entonces, pero ahora viene, se me ocurre. Y lo escribo.

En cualquier caso la clienta llegaba al mediodía o sobre la mañana. Y pedía como era habitual uno o dos pollos.

Eso ocurría casi todos los días. Así que desde cualquier galpón escuchábamos el timbre, dejábamos lo que estábamos haciendo y salíamos disparados para la oficina.

Al cabo de varios clientes me di cuenta lo que hacía el abuelo. Lo descubrí en silencio y nunca dije nada.

Entonces un día resolví ir a la oficina y le dije que me quedaría escuchando la radio. Todavía recuerdo esa radio naranja que sacaba voces por arte de magia.

Pronto estaba listo. Agarraba hojas de diarios y las ponía con cierto cuidado sobre la balanza. Una sobre otra procurando cumplir el objetivo, que los pollos pesen más. O, a decir verdad, que los pollos pesen lo que tenían que pesar.

Llegó por fin un cliente y el abuelo apareció apresurado. Yo en silencio sólo esperaba que por fin se hiciera justicia. Así que me quedé callado participando de la escena.

Pero el abuelo sacó de un plumazo las hojas que había agregado y eliminó ese peso.

Mi meticuloso esfuerzo de simular las hojas se desmoronaba en menos de un segundo. Apenas las vio, las sacó sin pensarlo.

No dije nada y continué observando hasta que se reveló la verdad.

Otra vez cobraba los kilos de pollo y entregaba doscientos o trescientos gramos de más.

Demasiada injusticia para el trabajo del abuelo.
.



Leer Más...

sábado, 30 de enero de 2010

Sobra un Día


Creo que mi mayor aliada de 2010 es esta hoja en blanco. Me peleo con ella, me enojo, pero finalmente me amigo.

Si no estuviera, me decretaría vencido. O muerto para ser más efusivo.

Y no quiero dramatizar hoy, aunque sienta que sobra un día.

Otra vez mi cabeza en un lugar, mi cuerpo en otro. En el medio un día que sobra, o unas horas que están de más.

Digo esto y sé muy bien que tiene que ver poco con la simpleza. El compromiso saludable que alivia la complejidad.

Pero reconozco la trampa y decido permitirme forcejear con los barrotes.

A decir verdad, no forcejeo. Sólo me acerco y ni siquiera sé si los toco, para medir su resistencia.

No los toco porque no me interesa doblegarlos hoy. Por eso los percibo, y eso es suficiente.

Ahí están. Yo los veo y ustedes deberían verlos.

Pero hoy me quedo un rato más en mi jaula. Sólo para percibir la persistencia de cierta sensación que agobia. Como para entenderla, y ofrecerle el lugar que reclamaba.

Espero en unos minutos más estar realmente cansado. Enojarme con la idea de que sobre un día. Abrir la jaula.

Y salir.
.



Leer Más...

viernes, 29 de enero de 2010

Uno Sabe...



Uno sabe siempre muy bien lo que quiere.

Bueno, no. Diría que uno sabe siempre lo que quiere. O bien para ser más justo, más preciso, debería decir que uno sabe lo que quiere. Tal vez no siempre, tal vez a veces.

Si, sí. Es así. Uno a veces sabe lo que quiere. Parecería que es así, así de simple. Que uno lo sabe, bien lo sabe. Sabe a veces lo que quiere.

Porque uno bien sabe a veces qué es lo que quiere. Eso es claro. Eso es así. Uno a veces sabe, sabe. Lo tiene claro. Se mira al espejo y dice, sí, sí, es por ahí. O lo siente, lo percibe en el corazón, en el sueño revelado.

Acá no vamos a engañarnos, acá lo tenemos más que claro.

Hay que decir sin temor a equivocarse que uno sabe a veces lo que quiere. Haciendo esa salvedad, reconociendo que es “a veces” no siempre, estaría la verdad. Por fin la certeza. La certeza que aparece por reconocer la humildad. Por dejar notar ese atisbo de duda, que acepta “a veces”, que reconoce esa precariedad. Aún sabiendo que siente la motivación de decir “siempre”, pero se queda ahí. En el “a veces”, ahí justito, uno se queda en el rincón. Con ganas de dar el paso y decir siempre. Pero queda como contenido, en el rinconcito, diciendo a veces.

Diciendo que uno a veces sabe lo que quiere.

Contento entonces uno afirma, alza la voz. Certifica.

Uno a veces sabe lo que quiere.

Aunque no sé si es tan así. Porque en verdad es a veces sí y a veces no. Con lo cual entonces lo cierto es que no sabría.

Ahí está uno no sabría lo que quiere. Ahí sí, ahora sí. La verdad llega tarde o temprano y ahora se ha presentado. Para decir que no era a veces. No, no. No era a veces como uno pensaba, suponía o se convencía.

Uno no sabe lo que quiere. Y debería saberlo porque ya es grande.

Pero uno no sabe. Y debería saberlo.

Eso sí, debería saberlo. Acá no hay dudas. Con esto no jugamos. Somos grandes. Vamos, vamos, no jodamos con esto. Tenemos alma de niños pero somos grandes.

Pero uno no sabe. Y debería saberlo.
.
Uno debería saber lo que quiere.
.



Leer Más...






Leer Más...

jueves, 28 de enero de 2010

Seis Treinta


Hoy amanecí demasiado temprano. A las 6.30 horas para ser más exacto.

Desconozco los motivos de esta imprudencia. Pero algo llevó a movilizarme de la cama, abrir los ojos y ponerme frente a la vida. Bien despierto.

Esto ocurre en pocas circunstancias. De manera que yo sé, muy bien sé, que sería inútil cerrar los ojos. Porque no hay nada de sueño y algo extraño me mira y me dice…

Ahora, bien despierto.

Es así, lo vivo y lo siento.

Ahora, bien despierto!

Así que me resigno con alegría. Porque disfrutar la mañana es siempre una bendición.

Si pudiera -siempre pienso- cada día a las seis estaría en pie frente a la vida.

El aire es más puro, el silencio tiene mayor presencia, y percibo el beneficio de la quietud que lo abarca todo, y que más tarde o más temprano despabila.

Porque cuando todos despiertan, la quietud se vuelve bullicio y el mundo ya no nos pertenece.

Hoy es madrugada y la vida no puede ser más linda a las seis treinta de la mañana.
.



Leer Más...

lunes, 25 de enero de 2010

Sabiduría






Creo que la sabiduría aparece cuando uno no espera nada del otro. Se atreve a esperar del otro cualquier cosa y trasciende la peor de las puñaladas.

Es más, va hasta la escena del crimen para anoticiarse. Mira al otro estoico e invulnerable. Levanta su remera y pide unos buenos fustazos.

Luego lo mira, se levanta y se va. Como si no hubiera pasado nada, aunque se lleva el dolor para siempre.

Sería saludable trascender la expectativa sobre el comportamiento del otro y ascender así a esa instancia de desarrollo humano.

Tal vez el propósito de la evolución del ser sea alcanzar esa cima. Y los genios, esos sí que son genios, son los únicos que arribaron a la meta y nos miran desde arriba.

El resto tal vez sea chamullo o mérito barato. Aunque hay otras instancias que arriba el ser que son por supuesto meritorias y exhiben su carácter virtuoso.

Pero vuelvo al tema que nos convoca…

Demasiado tenemos con ocuparnos de nuestro comportamiento, como para responsabilizarnos de las decisiones o acciones de los demás.

No esperemos nada del otro. No esperemos nada de nadie. Subamos la cima de la sabiduría haciéndonos cargo de nuestros pasos.

Y si esbozo un atisbo de enojo, por algo será. Tendré mis razones y sus fundamentos para permitirme ponerme en guardia y propinar unos buenos puñetazos.

Si no me enojo más es porque no quiero agarrar este escrito y escurrirlo entre mis dedos haciéndolo un buen bollito. O bien buscar un fosforito, encenderlo y darle el destino que bien se merece.

Pero no voy a hablar de mí en relación a este tema. Aunque siento que voy escalando la montaña sin pausa para escindirme del otro. Y lo único que perturba, que sí debo mencionar porque me tienen realmente podrido, son estos mosquitos de mierda que se la agarraron conmigo.

.




Leer Más...

domingo, 24 de enero de 2010

La Gran Poli


Las llamas se percibían a lo lejos y eran demasiado grandes como para no divisarlas desde la reposera. Así que me paré para advertir si se trataba de un incendio en el terreno en el que estaba, o bien ocurría en un terreno vecino.

Unos pasos bastaron para confirmarlo. Justo en la esquina estaba ardiendo el fuego con llamas que llegaban hasta la punta de los pinos.

En menos de un segundo corrí para precisar lo que ocurría. Y llegué hasta unos metros de la llamarada, donde se encontraba el cuidador observando.

Llegué alborotado gritando desde lejos. Pero Poli contemplaba las llamas como si fuera un espectáculo imperdible.

Tenía razón, lo era. Muchos metros de llamas en todos los colores que llegaban cada vez más alto. El fuego devorando todo el rincón del terreno, amenazando tomar los árboles cercanos, y él observándolo todo en silencio.

Con pocas palabras nos pusimos de acuerdo. El estaba quemando el pasto y decía tener la situación controlada. A decir verdad, el tenía razón porque hasta ese momento. Justo hasta ese momento podría aceptarse que no había incendio.

El estaba seguro que ese fuego amenazante se iba a apagar. Y yo, a juzgar por la situación, sólo me permitía trasladarle el beneficio de la duda.

Así que le transmití mi preocupación porque era claro que las llamas no las podría apagar con una manguera común. El y yo lo sabíamos.

Pero obró con la tranquilidad de quien experimenta la certeza. Así que me dejé llevar por su confianza.

Observé un minuto y crucé los dedos para que las llamas no lleguen hasta los tamariscos.

Después, resolví desandar mis pasos y volver hasta la reposera con cierta resignación, como confiándole el destino a Dios.

Noté que las llamas seguían su ritmo y me pareció percibir que por fin Poli empezaba a inquietarse.

De pronto él caminaba a mi par alejándose del fuego. Nos íbamos los dos en silencio, hasta que lo miré y le pregunté:

- A dónde vas?

- A buscar agua.
.



Leer Más...

jueves, 21 de enero de 2010

Cuestiones Blogger


Hace unos días resolví resignar el punto y coma en los post. En realidad nunca fue el motivo de este blog procurar ser tesina ni mucho menos. Aunque cierta predisposición a la reflexión me llevaban por esas circunstancias.

Ahora la verdad se impone y me alegro de encontrarla.

Celebrar el pensamiento sin ánimo de elucidación definitiva.

Quizás de eso se traten varios de mis escritos. Que sólo procuran revelar ciertos aspectos del acontecer humano con la pretensión de precisarlos, entenderlos o encauzarlos.

A veces, es cierto, sólo procuro tomar perturbaciones que me inquietan. Agarrarlas con las dos manos. Observarlas. Y luego entregarlas.

Que el otro las vea también, las observe y las precise. Quizás encuentre percepciones que me excedieron y pueda predecir verdades más reconfortantes o estimulantes que las que alcancé con el pensamiento.

De modo que en el fluir de la escritura me permito que el lector elabore sus síntesis y las procure absolutas. Claro, si es este el propósito de quien ha aceptado el juego de la reflexión y quiere llegar a su transcurrir definitivo.

Yo me he vuelto menos pretensioso y he aceptado el aspecto lúdico y literario del blog. Movilizadores de cierta inspiración que me lleva a entregarles mis inquietudes.

Con la satisfacción de celebrar la escritura ante la única certeza que funda su existencia.

Que hay alguien que escribe, y luego hay alguien que lee.
.



Leer Más...

martes, 19 de enero de 2010

Contento


Si yo pudiera, estaría contento siempre.

Me estamparía una sonrisa en la cara. Saldría a caminar silbando, saltaría tal vez en cada esquina, juntando los talones.

De vez en cuando, usaría nariz de payaso. Me la pondría sin decir nada y andaría así por la vida.

No para hacerme el loco, sino para celebrar la alegría.

A comprar pan, a dar clases, a pagar las expensas…

La nariz conmigo y yo en silencio.

Bien cuerdo.

Feliz, loco, y siempre contento.
.



Leer Más...

lunes, 18 de enero de 2010

Pensar Bien


Hace un tiempo procuro ejercitar el buen pensamiento.

Pensar bien.

Más allá de los indicios, las informaciones o evidencias. Me predispongo al buen pensamiento como una técnica saludable para la preservación del ser.

La mente a veces quiere convencerme de que no puedo pensar bien. Que es clara tal o cual cosa. Que mire, que vea, que no sea tonto.

Viene molesta a ofrecerme evidencias. A decirme que la realidad se impone. Que ciertos rasgos de inocencia o ingenuidad que pueden resultar útiles para la escritura son inefectivos para la vida cotidiana.

Me dice eso y mucho más.

Yo resuelvo mirar para otro lado. Y llevar los oídos lejos, bien lejos.

Pero me toma del hombro y me exige que me de vuelta para mirarla. Que le preste toda la atención.

Me inquieto entonces y manifiesto mi intención de no sostener este diálogo de sordos. Mientras comienzo a caminar.

Pero me agarra más fuerte del hombro. Me zamarrea e insiste.

Decido entonces enfrentarla e insinúo irme a meditación. Marcharme de una buena vez.

Pero vuelven los ruidos y las explicaciones otra vez.

Entonces sí, me siento agobiado. Sé que esta situación no da para más.

Decido por fin cerrar los ojos y entregarme al silencio.

Ommm.
.



Leer Más...

sábado, 16 de enero de 2010

El Presente


Hace un tiempo me di cuenta que presente, es presente y pasado.

Debería haberlo aprendido en la primaria, pero algo falló. Igualmente celebro que se me presente esta certeza y me abrace como un preciado hallazgo.

Sin conciencia de la construcción del pasado en el presente hay riesgo de actos fallidos. De generación de circunstancias y realidades inconvenientes.

Quién lo dice.

Cada uno.

De modo que bien vale tener presente que el accionar de hoy no sólo nos acompaña hoy. Vendrá con nosotros mañana, pasado mañana, el día siguiente a pasado mañana…

Además, uno tiene que saber también que no sólo construye pasado en el presente. Porque tal vez eso no sea lo más relevante.

Construye también futuro.

Y esto también deberían habérmelo explicado muy bien en la escuela.
.



Leer Más...

viernes, 15 de enero de 2010

La Incertidumbre


La incertidumbre anda inquietando últimamente. Me tira del pantalón, me toca la nuca…

Se está divirtiendo conmigo, que no llego a alcanzarla. A pegarle justo el manotazo certero que la deje estampada contra la hoja en blanco.

Así que viene, me toca la nuca o grita por atrás. Me doy vuelta para ir a buscarla.

Y se va.



Leer Más...

martes, 12 de enero de 2010

Absuelto


Muchas veces me hablo a mí mismo en este papel que calla. Me digo lo que debería escuchar, me cuestiono, me provoco…

Me pregunto por qué para acá. Por qué para allá. Y encima ahora, justo ahora, pensar en dar vueltas en círculo.

A veces frunzo el seño y me miro fijo. Me apunto con el dedo y me reto.

El comportamiento no es tan malo como para propinarme una buena paliza. Pero de vez en cuando un retito se vuelve merecido y justiciero. Es encauzador de la conducta.

Así que me autoflagelo. Con una suerte diría de pellizcones menores que se hacen notar molestos. No más que eso.

Pero sí, me desdoblo en dos. Uno que acusa y otro que resiste la acusación.

En el medio el enjuiciamiento. Una instancia de negociación que resuelve siempre el mismo veredicto.

Absuelto.

Necesito escucharlo de nuevo.

Absuelto Juan Manuel.

Bien. Siento la tentación de salir corriendo e insinúo un círculo a modo de festejo.

Pero me voy caminando mientras pienso quién dice que hay que andar derechito.
.



Leer Más...

lunes, 11 de enero de 2010

Hoja en Blanco


A veces no tengo ganas de escribir nada. Pero vengo, abro la computadora y empiezo a escribir palabras. Espero que la hoja en blanco segundos más tarde me mire y me diga algo.

Y en verdad se porta bien porque termina hablándome. Aunque con frecuencia me mira fijo, resiste la provocación y no dice nada.

Pero yo, paciente, espero. Sé que tarde o temprano, segundos más o segundos menos me hablará.

El acuerdo es muy sencillo. No le exijo que me diga nada en particular. Ni siquiera pretendo que me hable de un tema específico.

Nada de nada.

Sólo que hable, entregue una palabra o relate a voluntad.

Yo espero como niño que pretende un cuento. Con la diferencia que no tiro de la pollera a mi madre ni me lanzo a llorar desenfrenado, por predecir la ineficacia de la treta.

No tengo claro el propósito del anhelado dicho que muchas veces resiste. Sólo la certeza de la ansiada palabra. Condición suficiente para predisponerme a la escucha y mantener la saludable expectativa.

Así que espero a que me diga algo. Es una actitud que sostengo unos breves minutos.

Hasta el punto final.
.



Leer Más...

sábado, 9 de enero de 2010

Tardes de Nubarrones y Sol


Yo no sé cómo está el tiempo, pero son nubarrones o sol.

Increíblemente todo el cielo está despejado. La vida no puede ser más linda. Y las circunstancias más perfectas.

El sol, el aire…

Un respiro profundo y una sonrisa eterna.

La vida juega a mi favor. Los planetas apuntan. Las flores no pueden ser más perfectas. El futuro es una bendición.

Cómo puede ser que de golpe aquella nubecita. Aquella chiquitita que está allá lejos, empieza a agigantarse despacito pero sin pausa.

Viene en busca de un destino que parece previsible y caprichoso.

Me miro, y parece que me mira. Pero doy vuelta la cabeza como diciendo que acá no pasa nada. Que no estoy, que me fui.

Se agranda, se agranda…

Camino, troto, corro...

Maldigo el chaparrón.
.



Leer Más...

viernes, 8 de enero de 2010

La Escritura


La escritura no te salva.

Uno piensa que lo salva, que lo libera. Que por fin basta con ponerse a escribir para liberar esa tención que perturbaba y que volará por los aires párrafo tras párrafo.

Así que le da la mano a las palabras y empieza a ordenarlas. Sabe que tiempo después se escindirá de las perturbaciones para alcanzar una nueva instancia.

Pero no, no te salva.

Apenas si toma las tensiones que inquietan y las exhibe como un desahogo del alma. Para descubrir luego que la realidad permanece imperturbable. Te mira y te dice.

- Qué te pensás chiquito.

Y vos escribís como si no hubieras escuchado nada.
.



Leer Más...

jueves, 7 de enero de 2010

El Silencio


Es raro que hace un buen tiempo procure experimentar el silencio. Es como que no espero mucho de las palabras, así que cruzo los brazos y aguardo con la expectativa de que de repente el significado venga a buscarme.

Que me diga de una vez lo que tiene para decirme.

Sé que anda por ahí algo inquieto y debería pronunciarse. Pero a pesar de que facilito la disposición al silencio y la atención expectante, sigue sin pasar nada.

Ni una palabra.

Así que saco pecho y aguardo. Me ofrezco estoico ante la verdad que por fin vendría a buscarme. Para puntualizar lo que aún no ha sido anunciado.

Con paciencia espero la palabra, que en verdad es una síntesis esquiva que debería entregarme la respuesta. Única razón por la cual se justifica la espera y el ser se entrega al silencio.

Debo decir que no aparece mucho y uno se siente defraudado. Pero permanece con el oído atento a un decir que no se expresa. Que inquieta desde una extraña ausencia que parece querer manifestarse.

Abro aún más los oídos…

Nada.

El silencio en realidad cobra forma en ruidos de palabras y conceptos. Imágenes que vienen a buscarte. Voces que llegan, aparecen, se van…

Vuelven a venir, se vuelven a ir.

Con los labios cerrados el silencio se presenta y te habla. Sabe que estás ahí y vos sabés que él también está ahí.

Entonces lo escuchás sin que se exprese. Y bien sabés lo que tiene para decirte.
.



Leer Más...

domingo, 3 de enero de 2010

Nervios


Lo que me preocupa no es que vengan a buscarme. Lo que me preocupa es que logren atraparme.

Muchas veces las situaciones objetivas son de tranquilidad. El mundo está en paz y las circunstancias transcurren sin alteraciones.

Pero una suerte de energía movilizadora e intensa comienza a presentarse. Ingresa sin permiso con cierta timidez hasta que por fin logra tomarme.

Parece que se asienta con cierta placidez a pesar de ser descubierta.

Procuro enfrentarla con la decisión de la simplificación. No me predispongo al combate, pero en silencio se sostiene la disputa.

Me resigno al pensar que siempre pelea quien quiere pelear.

Alzo los puños entonces. A más pensamientos perturbadores, replico con simplificación. Las piñas vienen más que van y el truco que parece tan interesante se reconoce inefectivo.

- Pum. Ahí tiene, por distraído.

Los nervios se ven descubiertos, sus pensamientos han sido denunciados. Se ríen entonces, como diciéndome que no les de tanta jerarquía. Que merecían protagonismo pero no era como para hacer una confesión.

Me miran, me cachetean una vez más…

Y se van.
.



Leer Más...