sábado, 30 de enero de 2010

Sobra un Día


Creo que mi mayor aliada de 2010 es esta hoja en blanco. Me peleo con ella, me enojo, pero finalmente me amigo.

Si no estuviera, me decretaría vencido. O muerto para ser más efusivo.

Y no quiero dramatizar hoy, aunque sienta que sobra un día.

Otra vez mi cabeza en un lugar, mi cuerpo en otro. En el medio un día que sobra, o unas horas que están de más.

Digo esto y sé muy bien que tiene que ver poco con la simpleza. El compromiso saludable que alivia la complejidad.

Pero reconozco la trampa y decido permitirme forcejear con los barrotes.

A decir verdad, no forcejeo. Sólo me acerco y ni siquiera sé si los toco, para medir su resistencia.

No los toco porque no me interesa doblegarlos hoy. Por eso los percibo, y eso es suficiente.

Ahí están. Yo los veo y ustedes deberían verlos.

Pero hoy me quedo un rato más en mi jaula. Sólo para percibir la persistencia de cierta sensación que agobia. Como para entenderla, y ofrecerle el lugar que reclamaba.

Espero en unos minutos más estar realmente cansado. Enojarme con la idea de que sobre un día. Abrir la jaula.

Y salir.
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