miércoles, 22 de diciembre de 2010

Vacío de Palabras


Hace tiempo estoy algo inquieto con el tema de que me entusiasman los silencios.

Procuro controlar las ansias, evitar el diario, reducir el volumen de la radio…

Todo contra mi voluntad genética. Que debe preguntarse, qué te pasa Juan Manuel.

Nada.

Sólo experiencia. Inquietud y búsqueda.

- Raro.

Más o menos. No tanto. Un poco. Puede ser. Tal vez.

Es que en el silencio, supongo, se sustenta el bienestar. Uno accede a una dimensión de mayor conexión con las circunstancias. Calma los ruidos, reduce las ansias.

No está mal.

De modo que zambullido en el silencio permanezco. Como un explorador con los ojos abiertos. Dispuesto a la novedad, deseoso de lo noticioso.

Sumergido, persisto.

Descubro que se reducen las tensiones. Que la mente se aquieta. Que se despejan turbaciones que insinuaban significancia, se transforman hasta amenguarse y diluirse en una cierta irrelevancia, que se esfuma como las hojas que se lleva el viento.

Emerge la calma desde la serenidad. Se insinúa la belleza de la simpleza. La sonrisa de la quietud que nos mira.

Sin el ruido de las palabras.
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