domingo, 2 de enero de 2011

Entintado


Uno de estos días voy a hacer justicia.

Basta ya de estos textitos chiquitos y breves que sólo anuncian ciertas elucidaciones que muchas veces ni siquiera son pretenciosas.

Voy a agarrar. Escuchen bien, voy a agarrar estas hojas en blanco y las voy a llenar de tinta.

Bien dicho.

Llenar de tinta, renglón tras renglón. Haciendo por fin unos cuantos párrafos, que luego se superen en páginas.

Y más páginas. Que vayan llenando todas las hojas en blanco.

Más páginas, y más.

Páginas.

Y así dejar todo entintado. Repleto de ideas, de dichos, de cosas.

Entregarme por fin. Rendirme, dejándoles todo. Las síntesis positivas, las síntesis negativas. Los pensamientos claros y también los difusos.

Entre sensaciones, imágenes, supuestos…

Y seguir, renglón tras renglón.

Escribiéndolo todo, dejando por fin ante los ojos ajenos un mundo de palabras.

Que expliquen o que confundan. No importa.

Síntesis, preguntas, respuestas. Búsquedas.

Palabras a palabras, casi atropelladas, pero siempre con sentido. Inundando todo.

Y cuando digo todo, escuchen bien. Porque es todo.

Hoja a hoja, con tinta por todos lados.

Hasta quedarme con las manos entintadas. Mirarme un segundo.

Refregarlas, y ver como la tinta cae ahora mismo.

Sobre este teclado blanco.
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