sábado, 1 de enero de 2011

Deseos Festivos


A mí me genera incomodidad escribir lo que pienso escribir.

Pero debe ser mi intención de liberación lo que me impulsa al propósito. A desplegar la voluntad incipiente que procura evadirse de las perturbaciones.

Entregarlas para que conversen con otro. Y tal vez de esa manera me dejen a mí tranquilo.

Con el supuesto que esa manifestación de la evidencia puede hacer emerger la tensión y liberarla. Desatarla como un nudo, en un propósito que bien podría iniciar un individuo pero ser una obra colectiva.

Orgullo de todos.

Así que me entrego al núcleo de la realidad que me convoca. Despidiendo el preámbulo y adentrándome en lo significativo.

Feliz Navidad y Próspero año nuevo.

Recibí infinitos mails y tarjetas con estas sanas palabras.

Intimos amigos, amigos, excelentes conocidos, conocidos, desconocidos que podrían ser potenciales conocidos, empresas, instituciones…

Feliz Navidad y Próspero año nuevo.

Aún cuando tuve la suerte de encontrarme con mensajes diferentes, no era extraño que esas frases se colaran de algún modo y remataran el brindis.

Invalidando así el atrevimiento de quién se dispuso a pensar diferente. Con la intención de mostrar otros ojos y alentar otras miradas.

Dejando así truncada las plausibles pretensiones que reclamaba el anhelo. Que aguardó impaciente e inquieto, pero se encontró con el mismo resultado.

Feliz Navidad y Próspero año nuevo.

Si al menos hubiera una inversión de los términos. Próspera navidad y feliz año nuevo. La cosa sería distinta, el cuento sería diferente.

Porque no es el sentido del cuento lo que se juzga. Es la recurrencia e impecabilidad de sus palabras.

Por qué nadie entrega por ejemplo, alegría en Navidad y abundancia en Año Nuevo. Celebración en Navidad y Salud en Año Nuevo. Risas para Navidad y saltos para Año Nuevo.

No.

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.

Como si esas palabras lo abarcaran todo. Cuando en verdad son una reducción de los deseos. Una síntesis abusiva y caprichosa de posibilidades que la exceden.

Convirtiéndose así en un reduccionismo que invalida la aspiración, desalienta la creatividad y lleva a las personas a narrar la previsibilidad que emerge como consecuencia de lo reiterativo.

Dejando de algún modo a quien recibe la salutación con las manos vacías.

Feliz Navidad y Próspero año nuevo.

- Qué te pasa muchachito con estos sanos propósitos del ánimo colectivo.

Nada.

Sólo que sospecho de las consecuencias que podría ocasionar esa reiteración abusiva. Porque aquí no juzgamos las sanas intenciones. El válido propósito de quien resuelve entregar lo sublime de su sentimiento en una frase que considera oportuna.

Aquí, hoy.

Aquí nos preguntamos sobre las implicancias. Esa recurrencia escrita y sonora de la frase bienintencionada. Que obligan a nuestros ojos a leerla una y otra vez. Y a nuestros oídos a escucharla tantas veces.

Pero desconozco las incidencias propias de este caso. Y sería para mí, considero pretencioso, aventurarme a precisar las consecuencias futuras de estas recurrencias del deseo.
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