miércoles, 30 de marzo de 2011

Ensayo del Extravío


Salir para un lado. Y luego para el otro.

Poner el mismo ímpetu. La misma predisposición. La determinación que elocuencia el propósito.

Extraviado.

Con convicción.

De ahí tal vez el desconcierto. Porque si uno mira con atención. Si en verdad se detiene y toma el tema en serio. Qué observa?

Observa la quietud en la duda. La persistencia de la irresolución. Que detiene al hombre frente a las diagonales. Y lo sostiene sin que acometa el propósito.

Dar el paso.

Porque la duda es la que impone la quietud. La desaceleración de la marcha.

La pausa.

De modo que es extraño que en la duda se avance. Más extraño aún que se avance con convicción. Como sabiendo. A dónde va.

Embaucándose así con pasos en el camino. Con decisión y coraje.

Que suelen desvanecerse de improvisto. Aniquilando la determinación de los pasos, que ya ascendieron a un ritmo.

Pero se detienen.

Porque han decidido dudar. Y arremeter en sentido contrario.

Con la misma predisposición. Y el mismo coraje.

Embaucándose nuevamente. En un camino, que puede resultar entusiasta, venturoso y motivador.

De modo que bien vale aprovechar el momento y acelerar el paso. Antes de que vuelva la duda.

Hasta la rendición final.

Del extravío.

Que le exige a uno que se deje de joder.

Y avance, en el mismo sentido.
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