martes, 20 de septiembre de 2011

Molestia


Me gustaría empezar a escribir algo distinto. Algo más extenso, como vengo anunciando. Con párrafos más prominentes. Que se sostengan por su propio peso. En varias oraciones que no se interrumpan.

En un salto.

Para empezar en otro párrafo. Y dejar así de alguna manera expuesto mi ser.

Mis ansias.

Algo de eso debe haber. Que me lleva a saltar párrafo a párrafo. Inquieto y apresurado. Como buscando avanzar sin pausa. Vaya a saber por qué motivo. Entonces apenas me detengo, qué hago?

Salto.

Y así no puedo andar escribiendo párrafos más respetables. Más prominentes. Que me dejen a mí luego en la lectura como imbuido entre palabras que despliegan ideas. Pero ahora mismo estoy intentando. Detener la inquietud. Pausar el salto. Permanecer aquí como en penitencia para seguir con la fiesta. O el escrito que merece un párrafo más extenso. De unas cuantas oraciones que se suceden. Se superan unas con otras para cumplir el objetivo de honrar la extensión. La permanencia del sostenimiento en algún lugar. Que de alguna manera no es ni más ni menos que experimentar la paciencia. Abordarla primero para honrarla después. Sustentándose uno en la calma que persigue el objetivo. Pero quiere tirar todo por la borda porque no resiste. Se reconoce molesto. Como maniatado. De modo que forcejea contra la realidad. Mientras decide renunciar a la molestia.

Con el punto final.



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