miércoles, 5 de octubre de 2011

El Acomodaticio


Es posible que despache puñaladas a mansalva. Pero me contendré de hacerlo. No es mi intención ensangrentarme con este escrito, ni quedar como un refunfuñón a la vista de ustedes.

Así que más vale que respire hondo. Contenga el aire.

Vuelva a respirar.

Antes de hacer justicia. Lanzar los primeros puñetazos y despacharme a gusto.

Porque ganas no me faltan. Por el contrario, estoy deseoso de acometer violencia. Liberar la ira que me está molestando.

Agarrar a alguien del cogote.

Sin riesgo de ajusticiarme. Porque qué van a hacer.

Nada.

Cuando uno se entromete en lo simbólico está liberado. Impoluto.

Imposible de ser ajusticiado.

Por eso es buena la escritura, para evitar los aprietes. El juicio que se impone. Y escuchar el veredicto.

Aquí uno despliega la ira sin problemas. Propina golpes o puñaladas.

Vuelve a arremeter a gusto.

Aunque el acomodaticio se inquiete. Sienta que se le viene el agua.

Mire de lejos y hoy. Justo hoy que era el día.

Se escape.



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