domingo, 8 de enero de 2012

Conversaciones Espontáneas


Escribir espontáneamente debe purificar la mente, el cuerpo y el alma.

Eso pienso yo. Eso supongo o vaticino.

No tengo mayores pruebas, no es que aquí hay un sustento empírico que avale el vaticinio. Ni una determinación racional que lo fundamente.

No hay mucho en ese sentido. De modo que sólo emerge la carencia, la falta de una comprobación que notifique el acierto. Diga que esto es así. Determine con evidencia, reduzca las inquietudes y aniquile las dudas.

Es apenas una idea, una humilde mirada que se permite suponer. Proyectar de alguna manera un entendimiento que quizás es precario, pero siempre válido.

Porque uno puede suponer, vislumbrar, entusiasmarse con una definición. Cierta proyección que presumiblemente parecería respetable, entendible.

No más que eso.

Pero no es poco, porque esa suposición puede aportar ciertas posibilidades. Abrir así un camino que tal vez sea saludable recorrer. Transitar con atención para constatar la experiencia.

Ahí sí lo empírico podría aportar la validez que exigen los críticos. Que entusiastas se muestran hostiles ante una suposición que carece de argumentos, a pesar de que reconoce su vulnerabilidad.

Entonces, decía.

Creo que uno se purifica en la espontaneidad de las palabras.


Escritos de la Vida - Juan Valentini     *Juan Valentini es autor de "Escritos de la Vida", disponible en papel y ebook. Los contenidos de este Blog no forman parte del libro.  

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