viernes, 11 de mayo de 2012

Justicia


Hacer justicia muchas veces significa venir al teclado y decirlo todo.

Abrir la boca bien grande, permitir el desahogo y facilitar la expresión. Con el fin de que ese decir que permanecía oculto en las profundidades, emerja ante nuestros ojos.

Creo que esa es la operación esencial que transforma a alguien en un escriba. Se trata de ejecutar ese acto silencioso pero efectivo, que busca en las profundidades lo que debería decirse, y aún no se dijo.

En esa operación escritural es donde emergen los significados, los conceptos y la propuesta de sentido.

Propuesta porque siempre hay una distancia entre lo que se dice y lo que se escucha. Entre lo que se escribe y lo que se lee.

Puede haber un acuerdo que facilita el entendimiento, pero es imposible negar la existencia de una brecha que más o menos visible acompaña esa intersección entre escritor y lector en la percepción del texto.

Todo esto debe ser cuestión de otros menesteres.

Ven…

Esto es lo que pasa muchas veces. Uno apunta a la justicia y el tiro sale para otro lado.

Es como si pifiase la pelota de pool o de fútbol.

Uno ve el arco, apunta y pega.

Pero sale para cualquier lado. Un lugar que uno nunca planeó y que sólo observa por el transcurrir de los hechos.

Bueno, eso.

Eso es lo que pasa a veces con la escritura.



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