martes, 22 de enero de 2013

Compañeros Motociclistas


No es que esté viejo, sino que tengo la energía orientada a mejorar la calidad de vida. No solo la propia, también la de mis semejantes.

Sé que puede sonar pretensioso y provocar ciertas sospechas. Quizás porque viene de mi parte y no suelo reclutarme en las grandes causas colectivas.

Eso es lo que puede provocar la duda. El desconcierto de alguien que me ve ahora involucrado en el propósito, con la determinación de contribuir cabalmente al bien común. A la mejora de vida de todos, grandes, ancianos, niños.

Cuando digo, todos. Es porque eso es así. El beneficio no se reduce a un individuo o a un grupo en particular.

Todos, es todos.

Por eso tal vez me dejo tentar por la causa y proponer por fin de una vez la reducción del ruido de las motocicletas.

No sé si esto debería solicitarlo para Pringles o extender la intención para cubrir todo el territorio nacional.

Hoy estoy en Pringles y quizás por eso me detengo en esta ciudad. Observo las complicaciones y problemáticas que el ruido innecesario de motos ocasiona.

Es por ello. Digo, ello, porque suena más solemne. Es por ello que les pido a mis colegas motociclistas que en un acto de arrojo y grandeza cedan a la tentación de hacer tronar sus rodados con un ruido superior al necesario.

En general, esto creo que debemos reconocerlo todos. En general son gente adulta, de más de 18, quienes manejan las motos. Saben bien que no tiene sentido excederse en el ruido ni acelerar con la intención de hacerlo notar.

Ya todos estamos grandes para caer en semejante pantomima, que no debiera inmutar a ninguna señorita.

Si alguien piensa que el rugido bravucón de una moto puede conmover a una chica, creo que se equivoca.

Nadie es tan tonto como para caer en los brazos de un muchacho motoquero por una acción sonora desmedida.

Por lo cual, además. El ruido movilizado por una expectativa irracional e infantil, no conmueve a nadie.

Implica solo una molestia para la vida cotidiana.

Digo esto para llamar a la reflexión. Con las disculpas respetuosas de los pilotos locales, que pueden disentir por supuesto con la petición de que reduzcan la molestia sonora en mi querido Coronel Pringles.

Que las motos hagan solo el ruido que deben hacer.

Martes 22 de enero, 20.40 horas.

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