sábado, 26 de enero de 2013

Me gusta


He notado que la gente no aprieta fácilmente “me gusta”. Hay una suerte de reticencia que delimita el clic.

Ese chispazo capaz de alegrar al otro, que tuvo la generosidad de compartir algo para los demás.

Una foto, frase, pensamiento, video…

Algo.

El clic llega. Cada tanto.

Incluso a veces parece desencadenarse y acrecentarse en una suerte de reafirmaciones constantes.

Pasa de uno a dos. A diez, a veinte. Y no se detiene.

Otras veces queda recluido y agazapado.

Como si ostentase timidez.

En soledad.

Resiste.

Hasta que alguien comete el acto que lo devuelve a la vida.

Aprieta para reafirmarlo.

El breve acto elucida más de lo que aparenta. Traspasa al ser de un mundo de indiferencia, mezquino y precario. A uno de amor y generosidad.

Con un clic.

Ese mínimo detalle o acción poco trabajosa no es neutral. Genera sus efectos y produce una incidencia emocional.

Alegra a quien compartió el contenido.

Y hace el mundo más lindo.

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