miércoles, 2 de enero de 2013

Yo no fui



No fue.

Claro que no fue. El no fue. No sé por qué se lo acusa. Se lo indica como el responsable de haber cometido el acto.

El ejecutor.

Pero no. No fue.

Mira con cara de desconcierto. Parece confundido en sí mismo.

Es claro, si no fue. No fue.

Ahí debería parar la cosa. No sé por qué se lo mira clavándole los ojos. Como diciéndole, rendite.

Hacete cargo.

Todos los indicios apuntan a lo evidente.

Y en ese lugar.

Justo en ese lugar.

Estás vos.

Eso dicen los ojos. Dicen que está. Que es el tipo el que está comprometido. Muy comprometido.

Que solo falta la evidencia final. La determinación que aniquile los mínimos vestigios de duda. Para alcanzar veredicto.

Eso es así.

Si todo indica que fue. Fue.

Punto.

Que tantas vueltas. Piensa el acusador. Se cree que soy boludo. Que no me doy cuenta…

Pero el otro no siempre es. Aunque a veces quede enredado en hechos difusos, que terminan señalándolo.

Apuntándolo como si fuera él y nadie más que él.

Todo esto ocurre muchas veces de manera certera. Es decir, a veces se le apunta al tipo y el tipo fue. No cabe dudas que fue.

Más allá de su desconcierto o actuación.

El tema es que muchas veces se comete injusticia y se señala al inocente.

Y si el tipo no fue.

No fue.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Podés dejar tu comentario como usuario de Blogger, con tu nombre o en forma anónima. Seleccioná abajo.