viernes, 24 de julio de 2015

Relato de un Final Universitario


Otra vez frente al texto, mientras los otros apuntes aguardan al costado.

Vamos Juancito.

Decisión, persistencia. Sostené, avanzá.

Vamos.

Y Juancito va y lee. Persiste. Sostiene.

Párrafo a párrafo, hoja tras hoja.

Juancito se detiene, mira el reloj. Se cumple la hora advierte. Y se levanta feliz, marcha hasta la cocina, abre la puerta de arriba de la alacena, ve la cajita del té con limón.

Saca el sobrecito, calienta la pava.

Esos breves minutos de descanso servirán para retomar. Juntar fuerzas.

Y ahí va de nuevo. Vamos Juancito en equilibrio con el té con limón, la bandeja y mirá lo que lleva.

Los chocolatitos.

Grande Juancito, siempre supiste lo que querías.

Y ahí está, se arrima, se sienta. Y de nuevo. Frente al escritorio y la pila de apuntes.

Vamos Juancito los ojos sobre el texto. Y hoja va, y hoja viene. Mirá como avanza. Persiste. Y ya ve la pilita de las hojas que fueron superadas, y quedan menos…

Y vamos Juancito. Vos podés…

Llega la noche entre intervalos en punto con tés compañeros. Entonces Juancito cierra los apuntes. Mirá el reloj y calcula.

-Y sí, una hora más tarde para estar descansado. Si no me va a doler la cabeza.

Se compenetra en sus dichos y obra en consecuencia. Duerme como un angelito.

De pronto a las diez el profesor abre la puerta y dice….

-Juancito.

Y ahí va Juancito con cara de bueno y libreta en mano a sentarse en la mesa. Mientras tres personas lo miran para determinar sentencia.

Entonces Juancito recuerda que al pasar tiene que mencionar como si nada fechas. Como si estuviera hablando de otra cosa ahí va.

Las introduce en forma medida y anota.

Fecha y título de libro o apartado. Y sigue como si no hubiera dicho nada pero sabe que anota.

Que el tipo registra que el pibe estudió. Si registró eso imaginate lo otro.

Que memoria tiene Juancito piensa el tipo. Mientras el pibe va decidido abriéndose camino. Sacando pecho desde la humildad sublime. Desde la precariedad de un pobre angelito que estudió esforzado.

Hasta escuchar por fin la palabra santa.

-Está bien.

Juancito insinúa atropellarse con más palabras. Tiene algo más que decir y en la dramatización espontánea sabe que convalidará la certeza para no dejar el más mínimo vestigio de duda.

Que Juancito estudió. Que bien lo sabe el tipo que dijo basta. Y los otros dos que son cómplices de la destreza de la memoria. Y tuvieron la grandeza de persistir inalterables observándolo todo.

Entonces el pibe se queda callado y espera ahora que ellos hagan lo suyo.

Un nueve, dice el mandamás.

Mientras firma la libreta y la entrega en un gesto que parece sacarse al pibe de encima.

Y Juancito agradece y saluda.

Como si aquí no hubiera pasado nada.
.

2 comentarios:

  1. Acabás de resumir 4 años de mi vida en un texto! Jja buenisimo. Saludos! Karin

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  2. Ahh, que bueno. Gracias por compartir tu comentario!

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