sábado, 8 de agosto de 2015

El ser chumamedias

Deberíamos reconocer que el ser chupamedias no es un zonzuelo que anda por la vida improvisando su conducta, como si desprevenido se encontrase preso de un accionar que no le pertenece.

Nada de eso.

Es una persona estratégica que sabe muy bien lo que hace y ejerce por voluntad propia la filosofía del chupamediatismo, que promete darle muy buenos resultados. Porque de lo contrario renunciaría a esa ideología, depondría su actitud y se atrevería a indisciplinarse. Reafirmarse como sujeto individual, con su propio pensamiento, su propia capacidad de discernimiento y sus propias decisiones. Aquellas que se alinean con lo que en verdad piensa.

Pero no, el chupamediatismo suele ser más fuerte en quien cree en su filosofía. Y nada ni nadie suele desviar al ser chupamedia comprometido de su actitud frente a la vida.

Y eso nadie va a cuestionarlo, porque cada uno hace lo que quiere o lo que puede. Y si alguien elije ser chupamedias por elección propia, es una decisión arbitraria y personal que deberíamos respetar.

Sólo aspiramos a observarla un poco, porque como toda alternativa del ser humano, es mejor problematizarla para conocerla antes de enrollarse en ella sin tener alguna percepción básica de sus menesteres o sus consecuencias.

Si hay nuevos chupamedias, que por lo menos sea porque analizaron su filosofía y la eligieron con convicción. Es mejor que sepan lo que hacen antes de embaucarse a ellos mismos y embaucarnos a todos.

Porque si hay algo claro, es que el chupamedias obra de farsante, ejerciendo actitudes, conductas, gestos y opiniones que muchas veces no concuerdan con sus verdades definitivas.

Es claro que el ser chupamedia se alinea al chupamediatismo por voluntad propia, confiado en que tal actitud le reportará un beneficio que supera al costo de reducirse a lo que no piensa, alinearse a decisiones que no comparte y denigrarse como persona ante la vista de los demás.

El beneficio debe ser mayor. Elocuentemente superior.

Caso contrario, nadie aceptaría precarizarse como sujeto o degradarse como ser humano.

Eso sólo se hace por la confianza que se tiene en los resultados del chupamediatismo.

Aunque a veces puede fallar, como todo error de cálculo.

Y eso tampoco se lo podemos endilgar al ser chupamedia que adoptó la filosofía de reducirse como sujeto a cualquier persona que tiene un poco más de poder.

No es su culpa que las cosas no resulten como había pergeñado, proyectado con cierto optimismo y la convicción inquebrantable de cierta especulación que nunca ofrece garantías.

Quizás lo más preocupante del ser chupamedias es que al priorizar su propio beneficio personal y no atreverse a asumir la disidencia con cualquier persona que tiene un poder superior, evita la posibilidad de hacer su propia contribución y favorecer así el pensamiento del mandamás. Con lo cual esa actitud de obsecuencia invalida un valioso aporte que contribuiría a la calidad de la reflexión y consecuentemente a la toma de mejores decisiones.

De ahí que sería conveniente que el chupamedias sepa muy bien lo que hace y tenga presente los perjuicios que ocasiona su proceder.

Es claro que a veces ser chupamedias cosecha sus frutos, de lo contrario no habría tantos creyentes en esa filosofía. Pero hay que reconocer que no siempre ofrece resultados.

Por eso también deberíamos advertir sobre la inconveniencia de afiliarse al chupumediatismo. Porque muchas veces se pagan los precios y no se obtiene nada a cambio.

Si a uno le gusta la libertad, es mejor que renuncie a las posibilidades de ser chupamedia. Corre el riesgo de extraviarse en alguien que no es, turbar su mente con ideas que no comparte y obrar de manera inconsecuente con su verdadero pensamiento.

Su auténtico ser.

Quedar preso de la falsedad es una acción de riesgo, que atenta contra lo más valioso que tenemos. Lo esencial del ser humano.

Animarse a ser quien uno es, quizás no ofrezca con frecuencia buenos resultados. Pero es siempre una decisión mucho más reconfortante.

Detrás de la autenticidad hay bienestar y está la posibilidad de honrar la propia vida.



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