sábado, 29 de agosto de 2015

¿Los melones se acomodan solos?


Uno de mis grandes maestros, que no voy a mencionar porque temo que se ponga colorado, propiciaba también esta filosofía de los melones. Por supuesto no era exactamente la de los melones, ni podría sospechar él que la propagandizaba, pero en verdad lo hacía.

Como otros maestros reiteraba que cuando uno avanza en la vida alineado con sus propósitos, el universo confluye a su favor.

Y todo, absolutamente todo.

O casi todo.

Comienza a favorecer el logro de los objetivos. Sean cuales fueran, siempre y cuando uno se lance a su búsqueda y lo haga con la determinación de quien cree que la única verdad será la realidad.

Y que esa realidad será la que existe indefectiblemente en nuestras cabezas.
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Mi única duda, debo decir, es si esta creencia se ampliará a cualquier propósito o sólo estará sujeta a los sanos propósitos.

En verdad no recuerdo exactamente la conceptualización por lo cual no puedo despejar esa vicisitud, sólo tengo algunos destellos de conversaciones con mi maestro, que café de por medio, imbuidos en charlas íntimas y pretenciosas, nos adentraban en este tipo de inquisiciones.

Todo para destrabar la vida, o desplegarla con la mayor potencialidad posible.

Ese concepto, que afirma que el universo conspira a nuestro favor cuando vamos para adelante en búsqueda de nuestros objetivos, está en varios libros. Y muchos autores procuraron difundirlo.

Tal vez esas recurrencias puedan indicarnos que se trata de una verdad que nos motiva a accionar. Salir de las excusas, las conversaciones verborrágicas, las intenciones bienaventuradas, y hacernos cargo de lo que muchas veces decimos, queremos o procuramos.

Debo reconocer que quizás por convicción personal he residido bastante en la duda, porque encontré siempre en ese territorio el espacio propicio para analizar las posibles decisiones y construir la realidad que consideraba más conveniente.

Con cierto nivel de conciencia, como para saber lo que elegía.

Por eso mi experiencia de abrir las puertas del mundo y arremeter con todo, es bastante limitada. Y mal podría yo, decirles que soy un especialista en la materia.

Que no tengan dudas y avancen.

A paso firme. Decididos.

Porque es lo que hay que hacer, lo más conveniente. Y hará que todo se acomode para lograr el éxito. 

Eso es algo que por supuesto no puedo asegurar. Ni determinar. Ni acreditar con el sustento de verdades infalibles o impolutas, que puedan afirmar que esto es así.

Ahora, mañana. Y siempre.

Pero…

Siempre hay un pero.

Cada vez que avancé en búsqueda de un sano propósito, debo confesar que el universo conspiró siempre a mi favor.

Y los melones se acomodaron solos.


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